Somos lo que pensamos, y cuando digo pensar, me refiero a la acción voluntaria y consciente. Todo lo demás es abandonarse, es decir, dejarse llevar por el incesante parloteo de la mente. Al cerebro, como a cualquier otro músculo, hay que entrenarlo a menudo para que rinda. De lo contrario sentiremos apatía y, de no cambiar nada, con el tiempo algo mucho peor, desidia.
Cuando alguien te dice “sólo puedo pensar en lo que me hace sentir mal”, es porque ya lleva mucho tiempo alojado en la desidia. Sólo que ahora, un conflicto reciente la ha sacado a relucir. Esa persona es, ha sido y será la única responsable de sus pensamientos, “dime lo que siembras y te diré lo que recoges”, luego sentir pena por ella no es ni su solución, ni la tuya.
Con la ley del mínimo esfuerzo difícilmente obtendrás beneficio, pues disciplina y dedicación son ingredientes fundamentales en cualquier receta de la felicidad. Cuando decides tomar las riendas de tu vida, piensas activamente en lo que te entusiasma, te alegra o te produce placer, actuando en consecuencia. Yo hoy voy a pensar en mis éxitos y en los que deseo para ti.
“En la mayoría de los hombres, las dificultades son hijas de la pereza.” Samuel Johnson
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia