Lo que sientes determina tu actitud, y esta a su vez dirige tu pensamiento. Así pues, la actitud la podemos comparar con el “desde donde” pasamos a la acción, como cuando hablamos y actuamos. Si sientes temor, tu pensamiento será dirigido por este, luego es inevitable que tus palabras y acciones también estén contaminadas por el mismo temor. Cuando es el miedo irracional el que determina tu comportamiento, podemos imaginarlo como una moneda cuyas caras están representadas por la soberbia y el victimismo.
Si practicas a diario percibir aquello que sientes, conocerás tu actitud, lo que te dará la oportunidad de gestionar tus sentimientos y conductas. De lo contrario, sólo sabrás de ella por sus desagradables resultados, y por supuesto cuando ya se hayan producido. Hablar o actuar desde el miedo irracional, implica que tus palabras y acciones estén dirigidas por una actitud soberbia o victimista, y ambas se retroalimentan mutua y constantemente.
La soberbia es la actitud que está detrás de toda crítica, de las “odiosas” comparaciones con los demás cuando sale vencedora, y de los juicios en general. A la soberbia le encanta mirar por encima del hombro. Sabe, y a menudo te lo dice, qué hubiera hecho ella en una situación similar, pero siempre y cuando esta ya haya pasado, y por supuesto sin tener en cuenta a la persona y sus circunstancias. Le gusta hablar a la ligera, frivoliza sobre cualquier asunto, y da su opinión aunque no se la pidan. Hay muchos que, desde su actitud soberbia, saben más que nadie de cualquier tema que se trate, y además, siempre creen tener razón.
Por su parte, una persona victimista siempre tiene algo de lo que quejarse. Se le da muy bien encontrar defectos y tiene el don de ver el lado negativo de todas las personas y situaciones. El victimismo es uno de los mejores métodos de auto-flagelación, y es fantástico para destruir la paciencia de las personas del entorno. Se dice que un victimista tiene la capacidad de encontrar un problema a cada solución, que está detrás de todas las comparaciones en las que sale perdiendo, y que es la base de las personas tóxicas, aunque estas también tienen un fuerte componente soberbio.
Te invito a realizar un experimento social, cuando quedes con alguien o te encuentres en una reunión familiar o de amigos, presta atención a las conversaciones de las personas presentes, concretamente a las que denominamos “hablar por hablar”. Date cuenta del lado de la “moneda del miedo” que están utilizando, la de la soberbia o la del victimismo, y de cómo saltan de una cara de la moneda a la otra con suma facilidad. Es curioso como parecen jugar con la moneda, girándola constantemente de una cara a otra sin apenas esfuerzo.
Cuando hayas practicado con los demás, comienza a darte cuenta de que tú también lo haces, y que no tiene ningún sentido juzgarse por ello, al fin y al cabo es lo que nos han enseñado a hacer. Si prestas un poco de atención, es fácil minimizar el miedo de tus conversaciones, sólo tienes que empezar a valorar de otra forma a las personas y situaciones, buscando las virtudes de la gente y las oportunidades de crecimiento que poseen los problemas.
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia