¡Respira! Es lo que les contesto a las personas que me preguntan sobre cómo meditar. Es fácil, focalízate en cualquier cosa que sólo habite en el momento presente; tu respiración o tu ritmo cardíaco son dos buenos ejemplos para ello. Empezar con la respiración es lo más sencillo, percíbela sin pensar en nada más, y ya estas meditando.
Independientemente del tipo de práctica que inicias, al principio, puede que sientas que te cuesta un poco; si te pierdes en tus pensamientos,vuelve amablemente a tu foco de atención; como si este fuera el único refugio que te protege de la tormenta que, a diario, se produce en tu mente.
Con la práctica diaria, primero unos cinco minutos al día y luego, poco a poco, subiendo el tiempo hasta los veinte, habrás empezado a realizar uno de los hábitos que más beneficios puede llevar a tu vida. Meditar en la compasión del corazón puede ser algo más complejo pero, con el tiempo, lograrás resultados excepcionales.
Una vez le preguntaron a Buda: “¿qué has ganado con la meditación? y este respondió: “Nada, sin embargo, te diré lo que he perdido: Ira, ansiedad, depresión, inseguridad y miedo a la vejez y a la muerte”.
Meditar para SER
Continuando con el tema de la meditación que iniciamos el martes pasado, vamos a intentar seguir simplificando conceptos aparentemente complejos pero que, en realidad, son muy sencillos de entender y practicar. Decíamos que todo el mundo puede meditar con facilidad, sin embargo, muchas personas indican que tienen verdaderas dificultades para hacerlo como consecuencia de la intranquilidad que les provoca su práctica…
Pues bien, a estas personas decirles que la meditación está especialmente indicada para ellas, lo que ocurre es que algunos pretenden que todo les salga bien a la primera, obtener resultados inmediatamente o empezar a vislumbrar el Nirvana en unos pocos días. Lamentablemente esto no suele ocurrir así, y gran parte del problema es la impaciencia y un ego muy potente que les juzga a cada paso que pretenden dar en pro de sentirse mejor. Habitualmente son personas perfeccionistas, muy ocupadas o muy críticas consigo mismas.
No importa cual sea tu obstáculo (o excusa), continúa en el proceso y verás como todo empieza a ir bien, una de las cosas que más nos cuesta es realizar cambios en nuestros hábitos, y sin embargo la meditación a pesar de su sencillez, provoca grandes cambios demostrados científicamente en nuestra neurología, forma de pensar y sentir. Créeme, vale el tiempo que le inviertes practicarla. Y si encuentras dificultades, Emoconciencia te puede ayudar a solventarlas muy rápidamente…
Ahora bien ¿qué hay detrás de la meditación para que filosofías de todo el mundo la ensalcen para llegar a un verdadero estado de paz y presencia? Esta es la parte más controvertida de la meditación, y donde acostumbran a surgir voces críticas atacándola por pertenecer a religiones o dogmas. ¿Qué hay de cierto en ello? Según mi opinión, nada. Hace poco me contaba un amigo empresario, que apenas llevaba unos meses meditando, lo bien que le estaba sentando hacerlo. “Me ayuda a desconectar del trabajo, comienzo a ver los problemas de otro modo y me enfoco más rápidamente en lo que quiero.”
Y esto es lo importante, la meditación tiene tantas ventajas que cada uno la practica por razones distintas; y además, tiene ese “algo más” para los buscadores de lo auténtico. Cuando tienes cierta práctica, puedes ir un poco más allá conectándote con el estado del Ser… ¿Y qué significa esto? Pues que te transporta sin moverte a un lugar donde tomas conciencia de que ya todo es perfecto, donde el Amor y la quietud reinan; y todo ello gratis y sin drogas. ¿Y cómo se llega ahí? Pues como suelo decir, el que busca halla, y de nuevo la intención con la que meditas cambia el cómo percibes sus innumerables beneficios.
Meditar para Estar
Desde la adolescencia he sentido la necesidad de simplificar las cosas, entenderlas bien para darles sentido y luego poder explicárselo a otros con sencillez; creo que esta necesidad proviene de cuando estaba en primaria y me frustraba al ver la poca paciencia que algunos de los profesores tenían conmigo, más allá de mi manifiesta falta de atención.
Y como últimamente me preguntan mucho por la meditación, y me doy cuenta de que existe mucha confusión y desconocimiento al respecto. Voy a hacer lo que más me gusta, simplificar lo que parece complejo, aunque también voy a tener que resumirlo mucho, así que espero conseguirlo… Y si no, siempre me podéis preguntar… ????
Hace ya bastantes años que tuve el primer contacto con la meditación, y mis primeros pasos comenzaron con la “meditación trascendental”, en ella el maestro te asigna una palabra o sonido denominado mantra, el cual repites para evitar que la mente divague entre los miles de pensamientos que asaltan tu cerebro a cada instante. Este mantra se utiliza como semilla o ancla, es decir, como un punto fijo en el que enfocarse o en el que agarrarse, evitando así perder la atención en el presente, en el ahora.
De hecho, la principal diferencia entre relajación y meditación está en la atención e intención de la práctica. La primera busca relajar tensiones en cuerpo y mente, respirando lenta y profundamente para mejorar la oxigenación. La meditación por su parte pretende que permanezcamos atentos aquí y ahora, en un estado de alerta calmado. Cabe recordar que el primer síntoma del estrés es una respiración deficiente, cuya consecuencia directa es la tensión muscular.
Una de las técnicas de meditación más comunes es la que usa la respiración como ancla o semilla, ya que siempre se respira en presente. Cuando lleves unos segundos prestando atención a tu respiración, el ego te mostrará imágenes y palabras con las que llevarse tu atención, y en un periodo de tiempo más o menos corto lo conseguirá; cuando eso ocurra (y es lo que tiene que ocurrir), acabarás dándote cuenta de que ya no estás atento a tu respiración, y es entonces cuando amablemente volverás a ser consciente de cómo el aire entra y sale de tu cuerpo. Y así, una y otra vez…
En este punto es donde muchas personas creen que no saben o que no pueden meditar, cuando pierden la atención y piensan que lo que hay que hacer es mantenerla… Si todos mantuviéramos la atención en el presente, el mundo sería algo muy diferente a lo que conocemos (para mejor claro está). Así pues, técnicamente meditar tiene cuatro fases que se repiten constantemente: Prestar atención a un ancla o semilla, pérdida de atención (esta se pierde en un pensamiento), darse cuenta de la pérdida, y volver nuevamente al ancla o semilla, léase la respiración, un mantra o cualquier otra cosa que decidamos como tal.
Con la práctica diaria, y los estudios dicen que con cinco o diez minutos diarios es suficiente, conseguirás mejorar tu disciplina y, ser más consciente de cuando tienes pensamientos que te hacen sufrir, evitándolos más fácilmente y beneficiándote así de un comportamiento menos reactivo. Por cierto, no hay que sentarse en la postura del loto para meditar, cualquier posición que mantenga la espalda recta que no sea tumbado es suficiente. Esta sería la meditación para “Estar…mejor”. La próxima semana veremos qué significa “Meditar para Ser…”.
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia