Todo lo verdaderamente esencial de esta vida sólo puede integrarse al experimentarlo por uno mismo. Por muchos libros que leas o consejos que te den, tendrás que equivocarte y pasar por el dolor que exige el mejorar, y es que sólo errando podemos seguir aprendiendo. En ese proceso, normalmente percibido como desagradable, es donde se gesta la sabiduría.
A menudo cuesta aceptar que para crecer como personas sea necesario dejar de resistirse a lo que es, a lo que ocurre, de ahí la frase “Lo que resistes, persiste”. Lo que has aprendido a través del dolor es, en gran medida, responsable de lo que eres hoy, con independencia de que se haya tratado de un dolor físico, emocional o una mezcla de ambos.
El es adaptativo e inevitable, aceptarlo como tal evitará transformarlo en sufrimiento. Nos enseña, entrena y curte en mil batallas de las que, por lo general, salimos victoriosos. Ya sea como soledad, tristeza, miedo o culpa, nuestra misión es confrontarlo como un periodo de transición hacia una mayor y un mejor entendimiento de nosotros mismos.
“Cada dolor te hace más fuerte, cada traición más inteligente, cada desilusión más hábil y cada experiencia más sabio”
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia