Desde hace unos meses tengo la suerte de impartir unos talleres de crecimiento personal que me ayudan a recordar la importancia de los conceptos sencillos, y también de la inmensa dificultad que para algunas personas entraña comprenderlos, o al menos, que comiencen a practicarlos. Yo, como todos los que estamos en el camino, a menudo me encuentro con obstáculos, que son lo mejor que nos puede pasar. Y es entonces, cuando me planteo si estoy listo para enseñar lo que yo mismo no he terminado de integrar…

Por este y otros pensamientos me considero un aprendiz, uno que comparte su certeza, producto de una fe profunda en el Ser humano y su infinito potencial. Y es que si, como creo, todos somos campos de energía e información, podemos lograr cualquier cosa que nos propongamos; eso sí, nunca sucederá desde el miedo, la comparación y la competencia feroz; sino desde el ando me viene a la cabeza la frase: “Aprendemos algo de verdad cuando lo enseñamos”, o por el simple hecho de compartirlo, hablándolo con nuestras familias, amigos o conocidos. Y es por esta razón, que en este año 2017 que está a punto de comenzar, voy a lanzarme a enseñar y compartir algo que podríamos definir como “más avanzado”, y que en realidad se trata de algo mucho más simple, precisamente por acercarnos a lo que realmente somos, a nuestro más profundo sentido de trascendencia, el único que otorga un auténtico sentido a las cosas… y a la vida.

Os invito a seguir en el camino, a no desistir y a seguir apoyándonos unos a otros, aunque elijamos senderos diferentes, ya que todos llevan al mismo lugar, al genuino encuentro, a la quietud y al Amor que todos somos y demostramos cada vez que logramos tomar conciencia…

Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia

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