Hay quienes disfrutan tomando decisiones, y también quienes intentan evitarlas por miedo a equivocarse. Hay algunos a los que le encanta dar ordenes, y otros en cambio se sienten mucho más cómodos acatándolas. Hay personas que se sienten muy bien diciéndole a los demás qué es lo que tienen que hacer, mientras que otras se someten por temor a perder la atención, la amistad o la pareja. Todo tiene su equilibrio, como las dos caras de una misma moneda, pero cuando se permiten excesos de una parte u otra, la relación se desequilibra, lo que facilita los conflictos.
Para saber si se ha producido un desequilibrio en una relación, sólo tienes que observar si está presente la manipulación, a través de la exigencia y el victimismo. Entre las herramientas que los padres usan para intentar “educar” a sus hijos, están el regaño y el chantaje emocional victimista, cuyo uso desequilibra cualquier tipo de relación. Una cosa es que me informes de lo que crees que es mejor para mi, y otra muy distinta que me lo impongas. Regañar o victimizarse convierte el consejo en obligación, y la recomendación en amenaza. Cuando me regañas o chantajeas emocionalmente, me estás exigiendo que cambie, transformando “lo que es mejor para mi”, en “lo mejor para ti”; satisfaciendo tu propia necesidad, no la mía…
Si lo piensas bien, la mayor parte de las discusiones de pareja vienen determinadas por la necesidad personal de que el otro cambie, lo cual puede expresarse en forma de exigencia y regaño, o a través del victimismo. Decirle al otro lo que tiene que hacer, forma parte de una incesante lucha de poder que decide quién está por encima del otro, lo cual no es bueno para nadie. Le estás mandando un claro mensaje a tu pareja, “O te comportas como yo quiero, o esto no va a funcionar”. O dicho de otro modo, “No te amo por quién eres; sino que te quiero porque satisfaces mi necesidad”.
“Vive libre y tranquilo, y deja vivir…” Es una buena forma de expresar el ideal de nuestras relaciones con los demás. Como el pájaro al que dejas abierta la puerta de su jaula, si cada noche vuelve, es que te ama. Pues qué mejor forma de vivir, que amando en libertad…
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia