Somos campos de energía e información, vibrantes y hermosos, más allá de la forma en la que nos mostramos. Nos expresamos a través del movimiento, de la transformación continua. Cuando te olvidas de esto generas rigidez, miedo al cambio, a lo desconocido, resistencia a “lo que es” y apego a lo que “posees”. Por eso, una de las actitudes más importantes a cultivar es la flexibilidad mental.
Aunque en el pasado vivieras conflictos que generaron corazas en tu cuerpo y mente, una actitud adecuada evitará que sigan acumulándose y te dará la opción de tomar conciencia y, por lo tanto, de modificar los comportamientos que las cronifican. Las personas que lo logran son fácilmente reconocibles, sonríen a menudo, casi todo les parece bien, tienen ilusiones y siempre sueñan con mejorar.
También existen las inflexibles, las tristonas, las que tienen miedo de tan solo imaginar algo mejor, simplemente porque es diferente o porque lo viven como un riesgo innecesario. Para estas últimas, recordarles el estribillo de una de las canciones del gran Joaquín Sabina, “En la farmacia puedes preguntar: ¿Tienen pastillas para no soñar?”
“El cambio no sólo se produce tratando de obligarse a cambiar, sino tomando conciencia de lo que no funciona.” Severo Catalina
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia