Si dejas de creer todo lo que tu mente te dice, recuperarás todo tu potencial…
Hace casi 40 años que llegó la primera yogurtera a nuestra casa (un electrodoméstico con el que hacer yogures); y me recuerdo mirando entusiasta como la leche se transformaba en esa curiosa crema de sabor amargo que, con un poco de azúcar, se tornaba en un delicioso y saludable postre… Poco tiempo después de empezar a disfrutar de aquellos primeros yogures observé algo que me pareció bastante curioso pero que no me atreví a preguntar, todos los miembros de la familia disfrutábamos de ellos, menos mi madre…
Pocos años después, cuando el yogur de sabores ya era algo normal en todas las tiendas de comestibles, decidí preguntarle a mi madre porque nunca se tomaba ninguno; a lo que respondió “no me gustan…”. Entonces le volví a cuestionar “Pero ¿los has probado?”; y ella me contestó con un simple “no”, dando por finalizada la conversación. He de reconocer que en esos momentos su respuesta me dio bastante rabia, yo aún no sabía que sobre mi estaba actuando la famosa “Ley del Espejo”; así que decidí olvidarme del asunto.
Algún tiempo después volví a insistirle con la pregunta y en esta ocasión si que decidió probarlos. ¿Sabes cual fue el resultado? Que le encantaron; y desde entonces no ha dejado de tomarlos. En ocaciones, nos negamos a probar ciertos alimentos o a realizar algunas actividades concretas; y a menudo es porque hace mucho tiempo hicimos una asociación inconsciente que defendemos como si nos fuera la vida en ello. Cuando rompemos con estas antiguas asociaciones o creencias limitantes, sentimos un gran bienestar y satisfacción, abriéndonos a nuevas posibilidades y expandiendo nuestro potencial.
Por ejemplo, me he pasado la vida pensando que tengo poca o ninguna resistencia corriendo, y eso que tengo un cuerpo ectomorfo, es decir, delgado y en teoría bueno para la resistencia. Pues bien, hace unos meses decidí salir a correr y empecé con un ritmo más lento de lo que para mi era “normal”, y me sorprendí recorriendo cuatro kilómetros con relativa facilidad, pero ahí se quedó mi intento. Lo más curioso ocurrió ayer, cuando salí a correr con mi amiga Carolina (terapeuta, atleta y experta en psicología deportiva); me explicó algunos conceptos básicos y, para mi sorpresa, disfrutamos de una carrera de casi nueve kilómetros.
¿Sabes cuantas creencias limitantes tenemos desde hace años? Muchas más de las que crees; y tras cada una de ellas te esperan un montón de sorpresas en forma de enormes satisfacciones personales. Quizá nunca lo hayas pensado, pero si estás leyendo este texto es posible que haya llegado el momento de romper alguno de tus límites, yendo más allá de tus miedos y abriendo una puerta a nuevos desafíos. Te invito a que cada año revises alguna de tus antiguas creencias limitantes, si lo haces, cuando menos te lo esperes estarás jugando tu vida en división de honor, prometido… : )
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia