La primera regla del “ego” es culpar a los demás del sufrimiento que experimenta. Carece de importancia qué te hayan dicho o cómo haya actuado ¬esa persona; los únicos responsables de nuestro malestar somos nosotros mismos. Los sentimientos que te duelen son consecuencia de lo que tú piensas, no de lo que hacen o dicen los demás, ni siquiera de las circunstancias.
Así mismo, esperar a que la compasión de otros te redima es inútil, si afuera no hay nada que pueda dañarte, tampoco te va a ayudar. Puedes llorar, gritar, quejarte, enfermar o intentar suicidarte sin éxito, que no lograrás redimirte. Intenta actuar así sin que nadie se entere y verás como dichos comportamientos pierden su sentido y acabas por abandonar su práctica.
La responsabilidad personal no es una carga si no una liberación, la única que te brinda la verdadera libertad. Sus enemigos son los paradigmas sociales, culturales y familiares que decidimos aceptar sin oposición. Hace tiempo que renuncié a culpar al mundo de mi dolor, desde entonces me enfermo mucho menos y me siento un poco más feliz.
“Nada externo a mi puede quitarme mi paz ni mi salud…”
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia