Seguro que has oído la frase que dice que somos animales de costumbres, la cual es absolutamente cierta, al fin y al cabo es parte de nuestra herencia genética como mamíferos. El problema es que, para muchos de nosotros, este conocido dicho también tiene una connotación negativa, y es que acabamos perdiendo el contacto con muchas de las cosas buenas que ya tenemos en nuestra vida presente; bien recordando situaciones pasadas y supuestamente mejores, o proyectándonos hacia futuros inciertos, por ejemplo, con pensamientos como “Qué feliz era de niño” o “Cuando obtenga esto o aquello estaré tranquilo…”.
A todos nos ha pasado que, al volver de viaje, o al estar mucho tiempo sin haber visto algo o a alguien, nos hemos dado cuenta de lo mucho que echábamos de menos esas cosas, animales o personas; alegrándonos y sintiéndonos satisfechos de tenerlo, haberlo disfrutado o poder seguir haciéndolo. Y es que, tomar conciencia de esas cosas tan sencillas, es como si recuperaras algo que creías haber perdido, aunque siempre haya estado ahí. Por eso, cuando me siento solo o estoy con el ánimo bajo, siempre pienso en ti, que estás ahí leyéndome y que, en cierta manera, me conoces como un amigo al que no ves hace tiempo, pero que sabes que siempre está ahí…
La vida que tenemos hoy, nos guste o no, es la que hemos construido nosotros mismos con nuestro esfuerzo, pero sobre todo a través de nuestras decisiones. Cuando imparto un curso o doy una conferencia, me sigue entusiasmando ver la cara de sorpresa que algunas personas ponen cuando se dan cuenta de que, más del 90% de todo lo que les ha pasado, ha sido consecuencia del conjunto de pequeñas o grandes decisiones que han marcado su destino. Por eso me encanta saber que lo que siento contigo, y que recuerdo cada vez que lo pienso, lo he creado yo, o mejor dicho, lo estamos creando juntos…
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia