Hace tiempo leí un texto de origen supuestamente budista que me encantó y con el que estoy totalmente de acuerdo. En teoría hablaba sobre parejas, pero creo que se puede aplicar a cualquier otro tipo de relación. Venía a decir algo así como que, cuando conoces a alguien, si comienzas a sentir inquietud o nerviosismo, es que esa persona no es la apropiada para ti o que, simplemente, es muy probable que no te convenga en tu vida; al menos, en el instante en el que se está produciendo el encuentro.
Por el contrario, si en el momento de conocerla sientes tranquilidad y relajación, es muy posible que sea una pareja apropiada o asociación ventajosa para tus propósitos.
En el tiempo que nos ha tocado vivir, en el que desgraciadamente le damos tanta importancia a las apariencias, esta forma de afrontar nuestras nuevas relaciones me parece un verdadero soplo de aire fresco, además de una nueva y ventajosa razón para mantener la atención en el momento presente y en las sensaciones que nuestro cuerpo nos ofrece a cada instante.
Tu nueva pareja o socio ideal no tiene porque tener los ojos azules, una sonrisa perfecta o una forma de hablar convincente; lo más importante es que percibas tranquilidad y confianza cuando estés con él o ella, pero además, es muy importante que sientas que estás formando parte de la relación o sociedad que estáis creando juntos. Así pues, asegúrate de elegir bien en función de tus necesidades reales, y no por lo que vayan a pensar los demás sobre ello. En este punto, lo realmente importante es que tú te sientas partícipe y a gusto, de este modo, las relaciones suelen funcionar mucho mejor…
Seguro que conoces a alguien que eligió una vida basada en las apariencias, si aún sigue con lo mismo, pregúntale si eso le hace realmente feliz, y si te responde que sí, fíjate en que no se trate sólo de una forma convincente de hablar.
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia