Desde pequeño he escuchado que “el tiempo lo cura todo”, y durante muchos años así lo he creído. En mi niñez era una forma estupenda de escapar de mi “mal comportamiento”; si mi madre se enfadaba porque había roto algo, me quitaba de su vista hasta que se le pasara, evitando así males mayores. Sin embargo, cuando inicié mi trabajo como terapeuta empecé a darme cuenta de que esa conocida frase no era real. Ahora sé que el tiempo no cura nada, que es la madurez la que relativiza las circunstancias dolorosas y te enseña a vivir con ello, aunque eso no signifique ni curar, ni sanar propiamente dicho.

Otra famosa frase que me encanta es: “La vida siempre se abre paso…”, la escuché por primera vez en la película “Parque Jurásico“ el fabuloso largometraje sobre dinosaurios dirigido por Steven Spielberg en el año 1993. Fue escucharla y se me quedó grabada, tan sólo hay que ver como la hierva y algunas pequeñas flores, crecen en los más estrechos rincones que el asfalto de una gran ciudad va dejando a su paso. Y traigo esta frase a colación porque podríamos decir lo mismo de los conflictos internos, componiendo una frase que viniera a decir algo así como: “El conflicto siempre se abre paso”, y te aseguro que así es…

Aquello que muchos llaman karma, son nada más y nada menos que pequeños o grandes conflictos que están pendientes de resolver y que poco a poco, sin prisa pero sin pausa, se abren camino hacia nuestra mente consciente en forma de interpretaciones negativas de situaciones más o menos cotidianas. Es el conflicto sin resolver lo que atrae a nuestras vidas todo el malestar y sufrimiento con el que tanto nos victimizamos, y siempre va a ser así, ya que forma parte de nuestra condición como humanos. Así pues, la única forma de evitar que todos esos conflictos no resueltos fluyan hacia nuestro presente, es yendo a por ellos para mirarlos de frente y averiguar qué nos tienen que enseñar, que al fin y al cabo es para lo que hemos venido aquí.

Sería algo así como mirar a los ojos de nuestro propio miedo y enfrentarnos a él. El objetivo sería reconocerlo y comprender su única misión, empujarnos a ser cada día mejores personas. Y por supuesto eso requiere aceptar nuestro pasado, para limpiar nuestro presente y construir el mejor de todos los posibles futuros.

Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

CAPTCHA


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Scroll al inicio