Puede parecer algo absurdo, pero lo cierto es que todos tenemos “miedo al miedo”. Una frase hecha que quizás hayas escuchado alguna vez, y que probablemente nunca hayas entendido. Es normal, los conceptos simples suelen ser difíciles de asimilar para la enorme complejidad de nuestros egos.
El origen del miedo es el conflicto, el cual es consecuencia de una “no aceptación”. No aceptar una situación, normalmente por falta de entendimiento, nos genera un conflicto interno que no desaparecerá hasta que lo hayamos resuelto, por más que pasen los años. El problema del conflicto es que, una vez instaurado, se alimenta de nuestra energía para sobrevivir, y si además es un conflicto activo en ese momento, también distorsionará la forma en la que nos vemos a nosotros y a nuestro entorno. Vamos a ver algunos ejemplos…
Varios estudios han analizado el llamado «pensamiento de grupo», este fenómeno psicológico explica las razones por las que un grupo de personas toma decisiones irracionales o disfuncionales en la búsqueda de la armonía o conformidad dentro de un grupo. De este modo, los miembros de un grupo, intentan minimizar el conflicto y alcanzar un consenso sin evaluar de manera crítica las alternativas, suprimiendo y aislando a los miembros que disienten. Tienen miedo al rechazo del grupo y a las consecuencias imprevisibles que esto les podría acarrear, y que por supuesto, también temen. De ahí que digamos que tienen miedo al miedo…
Podemos extrapolar el ejemplo anterior al grupo que representa tu familia, el formado por tu jefe y compañeros de trabajo, o incluso al pequeño grupo que formáis tu pareja y tú. “Si estoy en contra de lo que piensa la otra persona o personas puede haber consecuencias, quizá algún tipo de rechazo. Y como desde hace años, gracias a un conflicto anterior, tengo un fuerte temor al rechazo; tengo que hacer lo que dice mi familia, mi jefe o mi pareja para evitar volver a sentirlo“, es decir, por miedo al miedo. Y así nos movemos por el mundo, de conflicto en conflicto y de temor en temor, sin darnos cuenta del bucle en el que estamos inmersos.
Imagino que ya has llegado a la conclusión de que no hay nada de razonable en este tipo de pensamiento y conducta. Sin embargo, lo más paradójico de todo, es el por qué nos repetimos en este ciclo interminable de sufrimiento. Y la respuesta es sencilla, por miedo al miedo. Si no me crees, y estás en tu derecho, piensa en todo lo que podrías hacer para sentirte mejor cada día, pero al final acabas evitando; en los conflictos que mantienes abiertos con algunas personas, sin mover un dedo para cerrarlos; o en esas pequeñas fobias y manías que tanto esfuerzo inviertes en ocultar, por temor a ser juzgado.
La buena noticia es que todo se puede solucionar… En Emoconciencia llevamos mucho tiempo preparándonos para ayudar a otras personas a sentirse mejor a través de la terapia, la formación y el ejemplo. Sin embargo, tengo que ser honesto contigo, nada puede sustituir el trabajo y empeño diario de una persona por ser mejor cada día, eso que en Emoconciencia llamamos “Actitud de Mejora Constante”.
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia