Te abrigas cuando tienes frío, bebes cuando tienes sed, duermes cuando tienes sueño, y así con muchas de las percepciones con las que tu organismo te informa de lo que necesita. Son las señales que nos indican las necesidades que tiene el cuerpo, y cuando las percibimos solemos satisfacerlas, de lo contrario, sabemos que la situación tiende a empeorar…
Sin embargo el cuerpo puede hacerte otro tipo de señales quizá más intensas pero, menos obvias, a las que prestamos poca o ninguna atención; cuando nos duele la cabeza o la espalda, dormimos mal o tenemos malas digestiones. Nos referimos a dichos síntomas con expresiones como “Me siento mal”, “tengo mucha tensión” o “este alimento no me ha caído bien”.
Para solucionarlo dejamos de comer dicho alimento, compramos una almohada nueva o nos tomamos una pastilla. Con las emociones “negativas” que sentimos es muy similar, tendemos a ocultarlas o disimularlas por todos los medios. ¿Las consecuencias? que la situación tiende a empeorar, y eso es más cáncer, infartos, enfermedades degenerativas, ansiedad y depresión.
“Cuando nos negamos a sentir, desechamos una información tan necesaria para ser felices, como el alimentarse lo es para vivir.”
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia