A menudo nos surgen problemas a los que cuesta encontrarle una solución; si lo intentamos mucho sin lograrlo acabamos sintiendo frustración, esa peligrosa mezcla de tristeza e impotencia. Es cuando los pensamientos se disparan a una velocidad endiablada y pueden acabar proyectándonos a un futuro negro que nada tiene que ver con el asunto que nos ocupa.
Cuando esto nos ocurre, tenemos la tendencia de obcecarnos en su resolución, sufriendo de forma innecesaria. En estos casos recuerda dos cosas muy importantes; la primera es que los problemas son un estado mental, en este caso, provocado por sentimientos del pasado que se han visto re-estimulados; la segunda, es que la paciencia es la llave que abre todas las puertas.
Quizá sea el momento de parar y hacer cualquier otra cosa, dejarlo para otro día o compartirlo con alguien que te ofrezca una visión distinta del conflicto. En definitiva, se trata de liberar la mente y darte el tiempo para calmar tus emociones, verdaderas responsables de tu estado. Entonces, pensarás con más claridad, y la solución, aparecerá cuando menos te lo esperes.
“No puedes resolver un problema en el mismo nivel que lo creaste” Albert Einstein
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia