El tiempo es algo que jamás recuperamos, y lo único que de verdad podemos regalar. Por ejemplo cuando decidimos pasar un rato con alguien, haciendo algo que nos guste o simplemente parándonos a descansar. Es un hecho invariable que es nuestro mayor valor, porque ni todo el dinero del mundo lo puede comprar, y también que por la misma razón, sería bueno sentirnos agradecidos cuando alguien comparte el suyo con nosotros…
El tiempo, más allá de los pesimistas, para los cuales casi siempre lo estamos perdiendo, se usa; el para qué, ya es cosa tuya y parte de la libertad de la que dispones a diario. Por eso es importante pensar qué vamos a hacer con él, es decir, planificar nuestras acciones futuras con antelación y, si es posible, con alternativas; por si la meteorología, un incidente o un hecho aislado nos obliga a cambiar de planes de forma inesperada…
Pero si hoy tuviera que destacar algo sobre el tiempo, es la dificultad que tenemos para aprovecharlo, y no me refiero a falta de planificación, que también, si no a lo poco que rendimos cuando estamos haciendo algo que, usualmente, no elegimos. Por ejemplo cuando vamos al trabajo, y es que en España, como en otros muchos países latinos, se trabajan muchas horas pero de forma poco productiva.
Es cierto que los horarios de las empresas no acompañan, pero más allá de la cultura general de los “jefes” sobre calentar la silla de la oficina el mayor tiempo posible, somos los trabajadores los que instauramos las paradas para el café, el cigarro o los desayunos de cuarenta minutos. Y si sólo fuera eso…
El problema es que las horas que pasamos en el trabajo no las aprovechamos como deberíamos: correos electrónicos, la prensa del día, el Facebook, los WhatsApp y otros muchos ladrones de tiempo que hacen de cada una de nuestras jornadas laborales un auténtico desafío para nuestro rendimiento y productividad.
Y ya sabéis que, “Cómo haces una cosa, lo haces todo…”, así que os invito a hacer de ello un firme propósito, dando lo mejor de vosotros mismos en aquello en lo que estéis invirtiendo vuestro tiempo; así, cuando decidáis regalárselo a alguien que realmente lo merezca, le pondréis todo el Amor y dedicación que transforme un simple instante, en un momento verdaderamente memorable…
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia