El viento la arrastró muy lejos, un ave la llevó al otro lado del mundo y un caballo la hundió en la tierra pisándola a su trote. La primera lluvia de temporada inició su ciclo y, su naturaleza, la germinó hasta convertirla en un hermoso cerezo. Un buen día, un peregrino agradecido descansó a su sombra y comió de su fruto; el árbol se sintió dichoso y su deseo de servir quedó satisfecho. Esa noche, se iluminó…
Todos tenemos el deseo y el potencial de servir, las herramientas para conseguirlo ya están dentro ti o a la espera de desplegarse, como las ramas de un árbol. Esto, siempre ocurre en el momento preciso, sólo se trata de “SER” y estar atento al presente. El Amor y la paciencia te ayudarán a disfrutar del camino hasta ejercer tu papel, quizá, uno decisivo en este universo.
Estoy absolutamente convencido de que, en este momento, ya eres la semilla de la perfección. Ya eres ese ideal de ser humano que anhelabas y por el que no dejabas de reprocharte y sufrir. Ya tienes todo lo preciso para ser útil en esta vida, como el aire lo es para el viento, el agua para la lluvia o la semilla para el árbol. Y si te deseo algo, por encima de cualquier otra cosa…
…es que siempre te veas como la sombra amorosa y paciente del árbol, a la espera de un peregrino agradecido.
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia