Las palabras tienen poder, y también significados distintos para según qué personas. Cada uno de nosotros usamos cientos de palabras asociadas a experiencias agradables y desagradables. Y en la mayoría de los casos, ni siquiera somos conscientes del impacto que estas palabras, y sus conceptos asociados, tienen sobre nosotros en particular y sobre las personas con las que nos comunicamos en general.
Cuando pensamos en una palabra cualquiera, incluso fuera de un contexto específico o conversación, la podemos “sentir” literalmente. La razón es la citada asociación con memorias, recuerdos, sentimientos y experiencias que nos acompañaban cuando la aprendimos, pero también cuando hemos ido haciendo uso de ella a través de conversaciones con nosotros mismos y los demás, enriqueciéndola…
Por ejemplo, la palabra “discutir” o “discusión”, tiene una connotación desagradable para la inmensa mayoría de las personas. Sin embargo, discutir significa examinar atenta y particularmente un tema o materia, ya sea por uno o más individuos; y también, alegar en contra del parecer de alguien. Sin embargo, estar en desacuerdo con otra persona no implica necesariamente gritarle o faltarle al respeto.
Con otras connotaciones tenemos la palabra “negociar”, normalmente asociada al ámbito económico, pero que también suele percibirse de forma más agradable y productiva, ya que una negociación suele tener un inicio y un final, mientras que las discusiones pueden alargarse indefinidamente. En “Emoconciencia Parejas”, solemos explicar estos conceptos con detalle, de modo que la comunicación entre las partes tenga el mismo significado para ambos. Y según me confiesan, modificar las palabras que usaban consigo mismos y sus parejas, acabó siendo clave en la mejoría de la relación. Claro está que, para que esto funcione tiene que haber previamente un consenso entre las partes, lo cual pasa por ser la parte más compleja de toda negociación, la de cerrar acuerdos y respetarlos.
Como hemos visto, estas asociaciones negativas entre palabras y conceptos tienen un impacto mucho mayor del que pensamos en nuestras vidas. Tal y como estudiamos en nuestro curso “La Magia de las Palabras”, modificar su significado y asociación negativa, puede cambiar la percepción que tenemos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Así pues, vigila como te hablas, ya que todos los días hablamos al menos con nosotros mismos. Y como dice Miguel Ruiz en sus libros… ¡Sé impecable con tus palabras!
Y tú, contigo, familia, amigos o pareja… ¿Discutes o negocias? En cierta manera, la respuesta define tu nivel de felicidad actual. ¡Te deseo una excelente semana!
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia