A menudo suelo hablar, y lo seguiré haciendo, sobre la gran diferencia existente entre un problema y un conflicto. Muchas personas afirman que “tienen su vida repleta de problemas”, la cual ya de por sí es una frase bastante desmotivadora, pero si además se la repiten de forma más o menos constante ya, ni te cuento…
Un problema es una situación objetiva pendiente de una o más decisiones y de una o más acciones específicas, habitualmente por falta de información. Por lo tanto, y aunque es cierto que es algo que decimos con frecuencia, no es correcto afirmar que los problemas acarrean “preocupación”, al menos no por sí mismos, ya que lo que se precisa para resolverlos es una correcta y simple planificación.
Sin embargo, la mayoría de las personas se sienten mal al pensar que tienen un problema, cuando la inmensa mayoría de las veces, este malestar o preocupación proviene de un conflicto emocional o, como hemos comentado antes, de una mala o nula planificación. Es importante entender que el evitar las decisiones o el no iniciar las acciones específicas para resolver cualquier problema, siempre se origina en un conflicto emocional.
La contradicción interna entre el sentido común y lo que nos dictan nuestros sentimientos podría ser una buena definición de lo que llamamos “Conflicto Emocional”. Estos se suelen producir como consecuencia de paradigmas y creencias limitantes aprendidas de familiares y cuidadores o por experiencia propia; lo cual implica un trabajo de razonamiento lógico y liberación emocional, pero ¿sabemos hacer eso?
Gestionar nuestras emociones requiere evitar la proyección de nuestros sentimientos hacia el exterior, es decir, dejar de responsabilizar a otras personas, al mundo, o a la vida de nuestras decisiones y circunstancias. Gestionar nuestras emociones requiere volver a conectar y reconocer lo que sentimos en cada momento, tomando conciencia de que el conflicto siempre está en nosotros, que para eso somos los que nos sentimos mal. Gestionar nuestras emociones sería mucho más fácil si desde que somos pequeños nos hubieran enseñado a hacerlo y lo tuviéramos integrado como algo natural y espontáneo.
Y ahora dime, lo que te impide estar más feliz en este momento ¿es un problema o un conflicto? Si tu respuesta te hace sentir mejor, es que has entendido este texto. De lo contrario, hazme llegar tus preguntas…
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia
Un conflicto y un problema son totalmente distintos, un conflicto a penas comienza y el problema ya está echo.
Hola Luis Ángel, lo primero es agradecerte tu comentario. En otras entradas de este Blog profundizamos más en estos conceptos. En el Instituto Emoconciencia tenemos nuestra propia forma de definir estos conceptos, ya que suelen generar bastante confusión y sufrimiento en la gente.
Para nosotros, problema es algo externo que siempre se puede solucionar, y lo puedo solucionar yo mismo en este momento; de lo contrario, lo único que puedo hacer es planificar su resolución. Por otro lado, conflicto es algo interno (algo que sentimos), y que por supuesto no tiene solución, solo se puede entender, aceptar o perdonar, y solo así se disuelve.
Este es un tema muy interesante que da para mucho y, de hecho, nosotros lo utilizamos en todos los ámbitos, en el personal, familiar, profesional, etc.
Saludos cordiales… : )