Si amas o amaste alguna vez intensamente, sabes que sólo quieres lo mejor para la persona amada, alegrándote de sus éxitos pero también siendo partícipe de sus fracasos. Le das cariño, le animas, le aconsejas lo mejor que sabes y le dedicas la mejor de tus sonrisas cuando estás en su presencia. Por supuesto, todo eso es maravilloso, sin embargo ¿actúas igual contigo…?
Muchas personas dicen amarse pero ¿cuántas invierten tanto esfuerzo en si mismas? Si lo piensas, la mayoría de cosas que hacemos es por terceros; y es que somos animales sociales e interdependientes, así pues, dar lo mejor de nosotros mismos para otros, además de reconfortante, sale a cuenta cuando el grupo al que perteneces actúa con igual generosidad.
Una forma de ser mejor es enfocarte en lo que quieres, pero cuando no tienes a nadie a tu lado puede ser difícil saber que queremos. De ahí la importancia de la familia, de las relaciones y de la labor social que mucha más gente de la que crees realiza. Quizá nunca te hayas planteado ser voluntario en algo que, aparentemente no te reporta nada, pero eso es porque aún no conoces tú verdadera capacidad para amar y entregarte a los demás.
“No busques que dar, date a ti mismo” San Agustín
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia