Cada uno de nosotros tiene la tendencia de juzgar a unas personas más que a otras, y a unos comportamientos y situaciones por encima de otros. A veces incluso llegando a tomarles “manía” sin conocer muy bien las razones ¿Alguna vez te has preguntado qué te mueve a hacerlo? La cuestión es más importante de lo que parece si lo que deseas es conocerte mejor y seguir evolucionando, ya que la respuesta está íntimamente relacionada con nuestra sombra, es decir, con lo que nos disgusta de nosotros mismos.
Si piensas en alguien por el que sientes ira, miedo o tristeza, la persona que está sintiendo esas emociones eres tú, luego te guste o no, las estás sintiendo hacia ti. Y así es con todas las cosas que percibimos internamente y que nuestro ego pretende proyectar hacia fuera, en lo que parece un absurdo y desesperado intento por culpar a alguien externo a nosotros del malestar que sentimos, aunque en el fondo, sabes que sólo tú tienes el poder de crear emociones y sentimientos en función de tus propios juicios y experiencias previas.
A mi me gusta verme como un gran espejo, uno interior que refleja toda la luz que tengo, pero también esa oscuridad que eventualmente emerge con algunas personas y situaciones, reflejando los conflictos que me quedan por trabajar, los “defectos” por pulir de un corazón que sólo sabe amar, pero que también hemos enseñado a odiar, por ignorancia, inconsciencia o por priorizar lo que nos marcan desde el exterior personas que nunca han sido felices, aunque lo pretendan y nos intenten hacer creer que sí.
Y es que hay una máxima clara, nada externo a ti puede hacerte daño si tu no lo permites, y tampoco puede hacerte sentir mejor. La persona que maneja el filtro, esa puerta de entrada a tu mundo interno, eres tú. Y con esa responsabilidad, que no exigencia, vivimos… Unos más que otros.
“Piensa, pero ante todo siente…”
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia