Hoy me gustaría hacerte reflexionar sobre cual es la mejor versión de ti mismo/a, la que más te gusta o con la que mejor te hayas sentido. Tómate un momento para rememorar y preguntarte ¿en qué situación de tu vida te recuerdas con más simpatía, seguridad y perspicacia? Quizá en una cita romántica, el día que conociste a esa persona especial, en aquella fiesta con amigos, o el día que celebraste ese evento tan importante. ¿Ya lo tienes?
Ahora, repásalo mentalmente y dime ¿cuáles son las cualidades que más te gustaron de ti en ese momento? Probablemente una de ellas fue la actitud y esa energía tan especial que destacaba entre los presentes. Como un imán, atraías todas las miradas, tus comentarios eran acertados e ingeniosos y, por si fuera poco, emanabas un atractivo especial. Todos hemos pasado por momentos así, sin embargo rara vez nos paramos a recordarlos, lo cual es curioso porque siempre que lo hagamos nos va a reconfortar…
La buena noticia es que esa persona también eres tu, y aún sigue en tu interior esperando a que la saques a bailar, deseosa de volver a brillar contigo. Y es que hay algo muy especial en lo más profundo de cada uno de nosotros, una serie de características “mágicas” que nos hacen únicos, y que rara vez sacamos a relucir. Pero ¿sabes cómo hacerlo? Hoy para ti, voy a darte una de las dos claves que he descubierto trabajando conmigo mismo…
Tras muchas horas de auto-observación me he dado cuenta que, una de las claves para conectar con ese estado interior tan fantástico, también tiene que ver con la atención. Quizá no lo recuerdes, pero en todas las ocasiones en la que te has sentido especial has tenido una fuerte conexión con el ando qué puedes hacer para estar en presente. Por fortuna la respuesta es sencilla, pon interés en lo que haces. La mejor versión de ti suele aparecer cuando tienes un interés especial por aquello que estás realizando, y es que si pones interés es porque tienes un objetivo, lo que nos lleva a la segunda clave, la cual te revelaré la semana que viene…
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia