Una práctica útil y sencilla para relajarnos y estar tranquilos es la conocida y clásica técnica de “Tensión-Distensión” de Jacobson (1934). Básicamente consiste en ir tensionando uno a uno los distintos grupos musculares por unos segundos para, a continuación, relajarlos totalmente. Por ejemplo podemos empezar por los pies, para luego seguir por los gemelos, después con las piernas, y así sucesivamente. Además de ser fácil y rápida de realizar, se puede hacer una versión corta en apenas cinco minutos, produce un efecto de calma y frescura muy agradable tras su práctica.
Está recomendada para aliviar trastornos de tipo físico y emocional, e incluso para cuando suframos de ansiedad o fuerte estrés. Practicarla de forma continuada durante varias semanas, una o dos veces al día, produce una relajación de la musculatura estriada, la de piernas, brazos y espalda, pero también de la musculatura lisa, la que hace funcionar el sistema digestivo y arterial. Además nos enseña una importante lección, muy útil para otras muchas situaciones de nuestra vida, la de soltar lo que ya no nos sirve, ya sean personas, situaciones o cosas.
Un hábito realmente fantástico es el que consiste en revisar qué se nos ha quedado obsoleto en nuestra vida, y así desprendernos de ello. Todas las cosas viejas que tienes en casa, pero ya no usas, son como un gran peso para tu mente no-consciente. Si las mantienes junto a ti, envejeces junto a ellas. Haz una limpieza en casa cada 6 meses, y tira, regala o vende lo que no hayas usado en los últimos dos años. Con las personas de nuestro entorno pasa algo similar, aprender a desapegarse nos evita mucho sufrimiento inútil, especialmente con aquellos con los que ya no sintonizamos.
Cuando deseas algo, en alguna parte de tu mente lo estás intentando sujetar, haciendo un importante esfuerzo por agarrarlo, lo que produce ansia y tensión, de la cual viene la tristemente famosa ansiedad. Todos tenemos tensiones en el cuerpo que provienen de antiguos deseos no satisfechos, pero también de los que sí logramos con demasiado esfuerzo, manteniendo allí dichas tensiones como orgullosas cicatrices de guerra. Por fortuna, el darse cuenta de ello facilita el soltarlas, pero si además visualizas aquello de lo cual te quieres desprender, al mismo tiempo que practicas la citada técnica de Jacobson, los resultados pueden llegar a ser formidables.
Texto original de Miguel Ángel Pérez Ibarra para Emoconciencia